lunes, abril 30, 2007

Amo de la colina

Esta mañana me he levantado a las seis y le he preparado un biberón de leche con cereales a cada uno de mis dos hijos, se lo han tomado de un trago y han seguido durmiendo plácidamente.

Mientras he aprovechado para preparar sus mochilas. La del pequeño con sus pechitos para cuando le den de comer y merendar en la guardería y una jeringuilla con el antibiótico para los mocos y la tos, y la del mayor con su baby de pintar, su almuerzo y su merienda.

Acto seguido he preparado sus uniformes, y el mío para ir a currar, y los he dejado dormir hasta las ocho y cuarto. Nos hemos arreglado, hemos cogido el coche y los he dejado a cada uno en su cole. De camino al trabajo he sacado dinero líquido en un cajero y me he tomado un café.

Mientras tomaba el café he visto una noticia en la portada del periódico que me ha hecho sentir mal, muy mal, como cuando de niño jugaba al amo de la colina.

El juego consistía en subirse a un montón de arena e impedir que los demás niños pudieran subir. Ya de pequeño sentía que el juego no era justo, y muchas veces dejaba que los demás me tiraran de la colina y ocuparan el sitio de relevancia.

No me parecía justo que el más fuerte siempre estuviese arriba y los más débiles se quedaran en el contínuo intento por subir.

Esta mañana al ver la fotografía del inmigrante muerto en la patera me he sentido igual de mal.

Era un chico jóven, negro, delgado y fibroso, pero yacía agonizante mientras las asistencias sanitarias intentaban reanimarlo. No lo consiguieron y murió.

Murió jóven, demasiado jóven para morir, demasiado débil para subir a la colina.

No lo sabemos, o no nos damos cuenta, o cerramos los ojos para no verlo, pero vivimos en una colina y no todos pueden subir. Somos privilegiados, somos los fuertes, somos los amos de la colina y por seguir siéndolo empujamos a los demás, o símplemente no los ayudamos a subir.

Me siento igual de triste que cuando era niño y pienso que debería compartir mi colina con los demás. Tengo ese privilegio, nací encima de la colina, pero ese privilegio es fruto del azar. La razón y el sentimiento me obliga a compartir mi privilegio con los que nacieron debajo y dejarles subir también a la colina.

El cinismo ciego de mucha gente me ha dicho que vivo en Matrix, y se han llegado a reír de la situación.

Yo no le veo la risa por ningún sitio, de hecho sé que vivo en Matrix. Hasta cuándo vamos a seguir así?

Qué píldora prefieres tomar; la azul o la roja?

Te gusta ser el amo de la colina?

4 comentarios:

jl@ dijo...

Tienes toda la razón, somos privilegiados, y para continuar siendolos nuestra sociedad no quiere compartir lo que tenemos.

J.

Pedro dijo...

Muy bonito texto, Domingo.

Y muy certeras tus reflexiones.

Anónimo dijo...

muy bueno,domk,es un tema acertado.me ha tocado

jl

Agustin dijo...

Cuánta razón tienes. La existencia de las colinas impiden la vivencia en los valles.
Prefiero vivir en el valle con todos que en la colina con los privilegiados.