jueves, enero 04, 2007

Un mal día, dos, tres...

En febrero de 2004 escribí un boceto de guión para una peli especialmente oscura y sangrienta.

El proyecto se titulaba "Asesino en serie". Aquí lo dejo por si a algún director famoso le interesa comprar los derechos para hacer la película ;-D

Hoy no había sido su día.

Iba conduciendo su coche, fumando el último cigarrillo
del paquete.

Pensaba parar a repostar gasolina cuando de repente el
coche se para. Ni gota de gasolina.

No pasa nada. Hay un cajero cerca y la gasolinera no
está tan lejos.

Va al cajero, introduce la tarjeta, y el cajero se
bloquea. Se ha tragado la tarjeta.

El telefonillo de emergencias no funciona y el móvil
lo lleva sin batería.

Lo que realmente le apetece en ese momento es fumar un
cigarrillo.

Saca el paquete y se acuerda; no tiene tabaco.

Se queda mirando el paquete arrugado en su mano y lee:

"Fumar puede matar"

puede matar...

matar...

matar...

MATAR!!!

miércoles, enero 03, 2007

Lo conseguí!!!

Me ha costado lo mío, pero lo encontré.

Tras desplazarme al Cabanyal y preguntar a unas chicas (muy hermosas por cierto) que estaban allí en la calle, conseguí localizar al "Chungo". Este, tras una generosa aportación de 50 leuros a sus arcas, me dió la pista definitiva:

- No hace falta que te vayas muy lejos para encontrarlos. Han abierto una sucursal en Alfafar, detrás del Norauto.

Mira que los tenía cerca, prácticamente detrás de la oficina donde tengo un trabajo-tapadera como programador Velneo.

Así que con la valiosa información en mi poder y una cámara digital de 0,8Mpx en el bolsillo me dirigí raudo y veloz a su encuentro.

Ya había anochecido y el fluorescente azul de la entrada los delataba a distancia. Aparqué el coche en doble fila en la acera de enfrente y dejé el motor en marcha, por si había problemas y tenía que salir "volao".

En el interior de la enorme nave industrial se podía entrever a los acólitos realizando extraños rituales, pero lo que más me preocupaba eran los cuatro "ministros" de la entrada; perfecto traje chaqueta con abrigo encima, carpeta en mano, haciendo como que atendían el tenderete que tenían montado a la entrada.

Bajé del coche, me puse de espaldas a la fachada, saqué la cámara del bolsillo y disparé. En ese momento me pude sentir como el torero que le da la espalda al morlaco y no sabe si le va a embestir o no.

Sin mirar atrás ni hacer caso a los comentarios en voz alta que surgían a mis espaldas, me dirigí al coche, cerré la puerta con premura y arranqué en dirección a la pista de Silla. Me había librado. Y lo había conseguido.

Creí que me iban a pillar, que me invitarían a entrar para aclarar mis dudas (que no las tengo, y a lo mejor a alguno de ellos le ofendía), que me presentarían a Timoteo 3:15 y me enseñaría a conducirme, o lo peor de todo, que me iban a dar un ministerio internacional en Colombia y me enviarían allí para adoctrinarme.

Pero no pasó nada, y lo conseguí...

Aquí está el documento.